Monedas acuñadas

Las primeras monedas que comenzaron a circular en la Península Ibérica lo hicieron a través  de las colonias griegas y fenicias repartidas por las costas mediterráneas, posteriormente los romanos impulsaron el uso y la fabricación entre los pueblos indígenas, como forma de pago o medio para financiar los ejércitos que habían combatido en la II Guerra Púnica.

Durante el siglo II a.C., nuestra provincia se vio inmersa en un sinfín de escaramuzas y combates entre púnicos y romanos, que afanadamente competían por la posesión de las minas de Sierra Morena.   Seguramente la abundancia de minerales, la situación geográfica, cerca de grandes ríos, la relación con otros pueblos o civilizaciones y el comercio con ellos, dio lugar a la formación de grandes ciudades como es el caso de Cástulo, a orillas del río Guadalimar o Giribaile en Vilches.  Sin embargo, no todas las ciudades o pueblos ibéricos disponían del privilegio y la autorización de acuñar. En la provincia de Jaén se conocen cinco cecas o ciudades que acuñaron moneda entre los siglos II y I a.C.  Algunas como o Obulco en Porcuna y Cástulo en Linares, emitieron gran cantidad y gran variedad de cuños, además las primeras emisiones lo hacían con leyenda ibérica y posteriormente durante la romanización la leyenda pasó a ser latina o incluso bilingüe.    Otras ciudades con acuñación propia fueron, Bora en Alcaudete, Iltiraka seguramente en Salaria, Úbeda la vieja, e Iliturgi en Cerro Maquiz (Mengíbar), de las cuales se han encontrado dos tipos de moneda (imagenes 1, 2, 3 y 4).


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Imagen 5
El metal empleado para la fabricación de las monedas en estas cecas era siempre el bronce, la plata y el oro se utilizaba en ciudades del norte y este de la península. Aunque no hay documentos que nos expliquen el funcionamiento de los talleres monetarios de esta época, observando y examinando las monedas se puede deducir el proceso de fabricación así como los elementos y útiles empleados para su acuñación. Para fabricar una moneda lo primero que tendríamos que realizar sería los cuños, estos se elaboraban de forma individual en dos piezas, uno sería el fijo estaría sujeto a una mesa o a un yunque, en donde generalmente se imprimía el anverso con la cara del edil o gobernante y otro sería el móvil con el que se marcaría el reverso, éste tenía formar de punzón alargado para facilitar el manejo del operario. Los cuños se realizaban en bronce, raramente en hierro, y el grabado se hacía de forma incusa, es decir el bajorrelieve, para que las monedas aparezcan en relieve. Otro elemento utilizado era el cospel o disco de metal sobre el que posteriormente se enmarcan los diseños. (Imagen 5).

La fabricación de los cospeles se realizaba en moldes lineales abiertos de arcilla o de pizarra, con huecos de forma plana y un tamaño similar al de las monedas a realizar al que generalmente se les daba forma cónica para facilitar su extracción del molde, por este motivo las monedas en una cara presentan un diámetro mayor que la otra.  Estos cospeles estarían unidos por una línea del mismo metal hasta terminar su acuñado como moneda, como parece quedar patente en las encontradas en Itálica perteneciente a la Colección Cores (Imagenes 6 y 7).
Imagen 7
Imagen 6


Una vez preparados los cuños y los cospeles con el metal, el proceso de acuñación sería muy simple debido al escaso equipamiento técnico de que disponían, seguramente se llevaría a cabo con dos o tres personas solamente, mientras una realizaba los cospeles otra los transportaba aun calientes con ayuda de unas pinzas o tenazas y los colocaba entre los cuños, donde otra persona con un martillo y un golpe certero marcaba en el metal los diseños grabados.

De todo lo expuesto parece bastante seguro que en aquellos talleres en los que los cospeles se fundieron mediante moldes univalvos, abiertos o cerrados, de los que un número importante se localizó en la Bética, éstos no se separaron con anterioridad a su acuñación, lo cual es bastante razonable, pues facilitaba el proceso de fabricación.  Parece mucho más sencillo sostener una ristra caliente e ir desplazándola entre los cuños que agarrar los cospeles uno a uno, con la dificultad que ello supone por una simple cuestión de que un tamaño mayor es más fácil de manipular y de precisión en la colocación sobre el yunque. Ello, por otra parte, hace imprescindible el concurso de dos artesanos durante la acuñación. Una persona mantendría la tira con unas tenazas e iría centrando sobre el cuño que reposaba en el yunque cada uno de los sucesivos cospeles y posteriormente, sin dejar enfriar la ristra se separaría cada una de las monedas operación que podría dar lugar a la intervención de un tercer artesano.

Este proceso de fabricación seria el utilizado en la ceca de Iliturgi “Cerro Maquiz” Mengíbar, del que se conocen los dos modelos distintos antes indicados y algunas variantes.

El modelo 1 (Imagen 1y 2) se trata de un As de bronce de unos 19.2 gramos de peso y 3 cm de diámetro. Éste constituye el modelo básico con más variantes.  En anverso (Imagen 1) presenta una cabeza viril mirando hacia la izquierda con diadema e ínfulas, que con variantes suele llevar una luna creciente delante.  El rostro solía corresponder al edil o gobernante de la ciudad.  El reverso con un diámetro mayor que el anverso, muestra un jinete con palma o espiga, cabalgando hacia la izquierda y debajo la inscripción  ILVTVRGI (Imagen 2), que en otras variantes aparece ILOITVGI, ILITVRGI.   Algunas monedas se conocen sin lectura.  En ocasiones se observa una línea entra la leyenda y la figura puede no aparecer en otras variantes. El modelo 2 posiblemente se trate de un Semis, mitad del As, realizado en bronce de 2.5 cm. De diámetro. El anverso es similar al modelo 1 pero delante de la cabeza cuenta con una luna creciente y dos estrellas (Imagen 3).  En el reverso vemos una espiga y en la parte superior e inferior de la misma cuenta con una inscripción ILOITUR ESNEG respectivamente unido sería ILOITVRGENES.

Fuentes:

Libro de la Feria 2011 páginas 207 y 208  Andrés Civantos Moral (Amigos de la Historia de Mengíbar).
Archivo de Prehistoria Levantina Vol. XXVIII, Valencia, 2010, p. 359-366.

Colección Museográfica “Villa de Mengíbar”.

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