Cabezas de Maquiz

Se trata de dos piezas de bronce muy parecidas y de similar tamaño (47 cm. de longitud) utilizadas como aplique de refuerzo en los extremos del yugo del carro. Rematan en cabeza de lobo, animal de simbología funeraria con marcada expresión de ferocidad.

Lo más interesante corresponde a las escenas grabadas, de tipo mítico, que se repiten a ambos lados de los objetos. En ellas aparece destacada la representación del árbol de la vida, cuyo significado se ha relacionado con los conceptos de fertilidad y ultratumba. Junto a él imágenes de hombres barbados, tritones, jinetes que cabalgan sobre hipocampos, lobos y jabalíes, todo ello de clara simbología marcial. El remate en forma de cabeza de lobo, de representación muy común en el mundo ibérico, hace referencia a un animal de simbología funeraria con marcada expresión de ferocidad y de carácter apotropaico. Símbolo de la noche, la guerra y la muerte, está estrechamente relacionado con planteamientos ideológicos de tipo heroico.
Las dos cabezas que se conservan en la Real Academia de la Historia son de tamaño inferior a las anteriores. Una es la cabeza de un lobo en cuya parte carro-ibero posterior se aprecia un ojal para pasar una cuerda. Iría situada, según los mencionados arqueólogos, como aplique decorativo en el extremo de la lanza o eje del carro.
La otra es mucho más interesante. De carácter bicéfala, presenta la cabeza de un lobo por una parte y una cabeza humana masculina por otra. Iría colocada, posiblemente junto con otra gemela que no se ha conservado, en la zona central del yugo del carro. De nuevo aquí se constata la identificación del lobo con el príncipe guerrero íbero. El lobo fue el animal más popular y temido en la Península Ibérica desde la Antigüedad. Capaz de atacar por sorpresa y con fiereza, también se define por el hecho de desenvolverse en manada con obediencia al líder de la misma. Precisamente estos valores de fuerza y liderazgo deben imprimir la personalidad del príncipe íbero.

En Noviembre de 1860 dos labradores que estaban trabajando en la finca de Cerro Maquiz, cuyo propietario entonces era Don Manuel de la Chica, hallaron cuatro objetos de bronce con formas de cabeza humana y de lobo de época ibérica que encontraron en el interior de una oquedad excavada en el suelo junto a otros objetos (un cinturón y otras piezas de hierro). Al parecer se trataba de una tumba de un personaje importante de Iliturgi y estos objetos formaron parte originariamente de un carro de guerra, propio de estos príncipes íberos, aunque en realidad dicho carro era un símbolo de poder y no se utilizaba en la guerra.

En 1862 Don Manuel de la Chica puso en conocimiento de la Real Academia de la Historia el hallazgo de estas cuatro cabezas de bronce, dos de las cuales las donó a la Academia a través de Don Amador de los Ríos, mientras que las otras dos siguieron en manos de particulares hasta que en 1970 el Museo Arqueológico Nacional las adquirió.

Este descubrimiento tuvo una enorme repercusión unos años más tarde. En 1867 fueron expuestas en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París, llegando a ganar una medalla, y posteriormente en el Pabellón de Arte Español de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Dos de las cabezas se conservan en el Museo Arqueológico Nacional y las otras dos en la Real Academia de la Historia, no habiendo sido expuestas nunca y sólo accesibles a investigadores y científicos. Las piezas volvieron a reencontrarse en Jaén, en el Museo Provincial, en una exposición que se inauguró el día 17 de Noviembre de 2010 con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento. La exhibición de las cabezas de manera conjunta fue posible gracias al arqueólogo mengibareño Emilio Plazas y a la directora del Museo Provincial, Francisca Hornos, siendo sus organizadores el propio Museo de Jaén, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Mengíbar y el Grupo de Amigos de la Historia de Mengíbar.


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